Llamamos Condiciones Básicas impuestas por el Plan de Negocio al Local Comercial a una serie de relaciones que se deben cumplir aunque los “Caminos” (definición) diseñados para este negocio en concreto sean suficientemente fáciles de adaptar a cualquier local comercial.

Este artículo forma parte de una serie sobre Condiciones que los negocios imponen sobre la elección de locales comerciales. Haz click en el enlace y empieza por el principio.

Relación 1

Establecer la relación entre la facturación prevista, el gasto medio por consumo y cliente y el número de clientes. El resultado sería una superficie mínima para la implantación de la actividad que se puede poner en relación con el precio de alquiler de los locales y con los gastos de implantación (reformas necesarias); o, por el contrario, ver como una superficie menor puede afectar a las previsiones de ingresos.

Ejemplo:

En un gimnasio de entrenador personal se cobra una media de 100€ hora. Si la facturación prevista es, de media, 1.000€/día; hacen falta 2 o 3 salas y 2 o 3 entrenadores trabajando 4 o 5 horas al día. El negocio no funcionaría con 1 sola sala porque necesitaría estar trabajando 10 horas al día.

Este caso resulta exagerado y evidente; porque las necesidades espaciales de las salas son muy grandes. Pero pasa lo mismo en una peluquería, una academia o en una lavandería; negocios en las que la necesidad de espacio por cada cliente es mucho menor.

Relación 2

Establecer la relación entre el tamaño de la exposición (stock expuesto en número de unidades en relación con las ventas previstas), el número de clientes y la superficie necesaria de local.

El tamaño de la exposición se puede “medir” en metros cuadrados o en metros lineales con una cierta altura. Medido en metros lineales las variables más importantes son el ancho del expositor y el número de líneas de exposición (2 en una juguetería, 4 en un supermercado o “islas” mixtas de colgadores y estanterías en una tienda de ropa; por poner varios ejemplos.).

A esta necesidad de espacio se le tendría que sumar el espacio necesario para el movimiento de los clientes:

• Si el foco se pone en los lineales y los productos expuestos deben ser localizados en detalle (un supermercado, por ejemplo), el ancho del pasillo entre debería ser el menor posible.
• Si el foco se pone en el pasillo y los productos expuestos en islas deben ser vistos en conjunto (una exposición de muebles, por ejemplo), la distancia entre “islas” (ancho del pasillo) debería ser mayor.
• Si en los pasillos hay doble sentido de circulación, el ancho tendrá que ser mayor. Si se utilizan carros o cestos para compra de productos más pequeños, el ancho de los pasillos debe ser aún mayor.
• En todos los casos, existen una serie de valores de clientes/m2 libre (pasillo) entre los que conviene mantenerse; porque superarlos o quedarse por debajo hace que el espacio se vea demasiado lleno o demasiado vacío respectivamente. En el primer caso, condiciona también la necesidad de establecer sectores, salidas de emergencia y disponer de instalaciones de prevención.

El resultado sería una superficie mínima para la implantación de la actividad que se puede poner en relación con el precio de alquiler de los locales y con los gastos de implantación (reformas necesarias); o, por el contrario, ver como una superficie menor puede afectar a la previsión de número de ítems expuesto, el número de clientes al que se puede llegar a atender y otras necesidades del negocio.

Ejemplo:

Uno de los grandes “superpoderes” de IKEA es el ahorro de espacio que produce su invento de camino tipo tren con único sentido de circulación. Puede exponer mucho más mueble y albergar mucha más gente que las zonas de muebles de otros establecimientos con un movimiento de clientes más libre como El Corte Inglés (por ejemplo). Además, reduce la posibilidad de que los clientes pasen por alto productos expuestos a su “izquierda” y hace que el ritmo de avance sea marcado por la “masa”; que tiende a frenarse en las zonas con ofertas más interesantes.

Es el caso más paradigmático, pero franquicias de papelería o de otro material pequeño y low-cost como Tiger ya lo están aplicando.

Relación 3

Cumplimiento de la normativa

Ciertas actividades económicas están reguladas por normas de obligado cumplimiento impuestas por administraciones públicas municipales; que se traducen en necesidades de superficie, aislamiento, ventilación, accesibilidad, saturación ambiental, incendios… y que, además, pueden tener la necesidad de contar con permisos explícitos concedidos por los propietarios de los inmuebles para su establecimiento en ciertos locales comerciales.

El resultado sería establecer si el local elegido cumple o no la normativa impuesta; o, por otro lado, el precio de alquiler y los gastos de implantación (reformas necesarias) sobre los locales que sí cumplirían.

Ejemplo:

La hostelería está dividida en categorías que marcan lo que se puede y lo que no se puede hacer. Las más simples establecen superficies mínimas, número de aseos y cumplimiento de accesibilidad. Se ven afectadas también por normativas de terrazas que exigirían un ancho mínimo de acera y la inexistencia de mobiliario urbano fijo que le pueda afectar.

Las más complejas exigen, además, ventilación forzada por espacio interior (patios), aislamiento acústico y, en determinadas zonas, distancias mínimas entre establecimientos de la misma categoría.

Estas normativas cambian en cada ayuntamiento. Incluso hay ayuntamientos que diferencian zonas en su interior.

Estas serían las condiciones más básicas: aunque sea fácil adaptar el negocio que proponemos a cualquier local elegido, será imposible si no se cumplen estas condiciones. Hablamos ahora de otro tipo de condiciones que tienen más que ver con el negocio propuesto: Condiciones especiales para negocios especiales.