El diseño no sale de la inspiración
Ya sé que luego viene la empresa X y te hace parecer que nuestro trabajo de diseño sale de los astros o de los posos de té. Que aparece el gurú de turno y te habla de que no: que del “big-data” y del “machine learning”. RECUERDA: ambos están vendiendo su producto no resolviendo tu problema. Si crees que tu problema es ese, adelante con ellos… si no, sigue leyendo.
Dime qué vendes, a quién, cómo, dónde, por cuánto dinero… Dime cómo percibe tu cliente eso que vendes por esa cantidad de dinero. Dime qué valora tu cliente de lo que vendes: desde el punto de vista de la cantidad y desde el punto de vista de la calidad.
Sí… necesito saber esas cosas para hacer mi trabajo. ¿Un Logo? Pues claro que un logo.
Ese logo es lo que va a sustituir todo eso en la imaginación del cliente en cualquier situación en la que interactúe contigo, con tu producto o con la manera que tengas de enseñarlo, enseñar a quererlo, venderlo, alquilarlo o utilizarlo.
Los logotipos no salen de la nada. Ni de la inspiración medieval ni de la hermética. Salen del mensaje que se quiere enviar, del soporte en el que se van a presentar; y están dirigidos a un público concreto que relaciona formas y colores con cosas concretas.
Por ejemplo, no tendría sentido un logotipo con el que desarrolló facebook para instagram en un entorno competitivo físico porque sería imposible trabajar con esos degradados de colores para hacer una banderola retroiluminada o un vinilo para una ventana.
Dime qué canales tienes pensado utilizar para llegar hasta ese cliente, dónde tienes pensado atenderlo (desde que te conoce hasta que te hace las reclamaciones… recorrido completo) y con qué tipo de material: físico, impreso, sonoro, digital, audiovisual, interactivo…
Sólo así puedo hacer mi trabajo. Otros… no sé cómo lo harán. O no lo necesitan (son mucho más listos que yo) o se lo inventan (son mucho más listos que yo… y que los anteriores).
Yo lo pregunto… tú me respondes