Filosofando para emprendedores
Dicen que filosofar es una manera de preguntarse y responderse. Dialogar con uno mismo acerca de lo que a los otros les parece evidente.
Cuando uno se hace una pregunta cuya respuesta ‘estándar’ todo el mundo acepta como válida, lo primero que siente es un poco ‘bicho raro’; pero pronto descubre que las cosas, muchas veces no son tan ‘evidentes’ como parece.
No vamos a preguntarnos aquí acerca de quiénes somos, de dónde venimos o hacia dónde vamos. Eso lo dejaremos para los filósofos.
Esto es una web sobre montar empresas. En concreto sobre qué necesita una empresa para serlo, además de su forma jurídica y su estructura societaria; de sus clientes y de cómo perciben esos clientes esas cosas que creemos que necesita para serlo.
Pero, aún así, preguntas del tipo “¿Quien es mi empresa?”, “¿de dónde viene mi empresa?” o “¿hacia dónde va mi empresa?” se las dejaremos a los asesores y a los economistas.
Sin embargo, sí tenemos unas cuantas “buenas preguntas” de esas cuyas respuestas la gente da por evidentes.
¿Qué es un cliente?
La apreciación más socorrida es la de una persona que entra, compra, paga y se marcha. Que si quiere, vuelve; y si no, no.
Los más avanzados, te dirán también que es el usuario de los servicios añadidos: pre-venta y post-venta. Añadirán que es el objetivo de nuestras campañas de publicidad y el ‘objetivo del márketing’.
Todo eso es ‘evidente’. Pero se nos ha olvidado una cosa: un cliente es humano.
Un cliente es humano porque para comunicarnos con él utilizamos un lenguaje humano (el que sea): hecho para que los seres ‘inteligentes’ (seamos optimistas!) que pueblan este mundo sean capaces de entenderse; y, además, es capaz de “sentir” lo que se le propone a través de ese lenguaje.
¿Qué implicaciones tiene eso de que el cliente sea ‘humano’?
Pues desde nuestro punto de vista, la fundamental es que asimila lo que percibe. Un humano no es un robot: no ‘recibe datos’ como Terminator II. Un humano no te va a decir nunca aquello de que: “percibo un dolor de muelas… espero que no sean las mías”.
De alguna manera, no sabemos cómo pero sí sabemos que va a ser distinta para cada persona, ese cliente humano va a relacionar eso que percibe con lo que tiene almacenado en su memoria, con sus gustos, sus sentimientos, sus sensaciones y su ética personal; entre muchas otras cosas.
Como decimos en la introducción, si te montas tu propia empresa lo haces porque sí (o porque no tienes otro remedio). Si esa empresa tiene un local comercial lo tendrá porque tú decides que lo tiene que tener. Si tiene presencia en Internet, en redes sociales y, además, una tienda on-line; lo tendrá porque así lo has decidido tú como creador de esa empresa. Lo mismo si estacionaliza o mantiene campañas de publicidad.
Entonces… tendrás que tener muy presente que todo eso (y muchas más cosas) serán puntos de contacto entre tú, el servico/producto que ofreces y el cliente. Que esa relación en ese punto de contacto se establecerá en términos de lenguaje humano porque tú y tu cliente sois humanos e inteligentes.
Por eso, el servicio/producto que ofreces tiene que estar a la altura. No puede quedarse sólo en emitir mensajes o en servir de escenario para que te desenvuelvas tú en él. O sí… pero eso debe ser tu elección.
Desde el simple usuario de esos servicios pre-venta hasta el cliente satifecho que te saluda por la calle. Que ve a su vecino por la calle con una bolsa de tu establecimiento y piensa orgulloso: “Yo lo tengo”. Hay que ‘pensar’ y ‘re-pensar’ los puntos de contacto entre ese cliente y ese producto/servicio porque si existen o no debe ser tu decisión; y porque ese contacto no funciona a base de respuestas ‘evidentes’ (que si luego lo són, pues mira: mejor… más fácil); ese contacto funciona en cuanto a que se comparten cosas; y se comparten de una manera muy especial.
6 Comments
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[…] gente que invites”. El principal valor de esta red es esa intención de invitar… esa necesidad de compartir ese espacio, aunque sea virtual, con alguien. Por eso decimos que este es el Internet Social. Ese es el internet que hay ahora y […]
[…] tuercas anteriores como las que se han resistido a hacerlo; y, sobre todo, con aquellas nuevas que nacen ahora con la ‘necesidad’ de dar ese paso adelante; y aparecer en internet, no cómo lo hace Coca-Cola, sino como lo piensa […]
[…] Preguntarse (y responderse) sobre lo que la gente “normal” considera “obvio” es tarea de la filosofía. Y creo que debemos empezar a filosofar. […]
[…] bien quien es tu cliente y quien […]