Instagram contra Instagram
Instagram ha cambiado su logotipo. Lo ha hecho más “flat”; como marca la moda. Ahora todo tiene que ser “flat”.
Google varió su logotipo también. Se marcó un cambio de look “flat” que puede gustar o no hacerlo, pero es evidente que sacó su imagen del 2000 y la catapultó a 2020. Poco antes había sorprendido al mundo anunciando otro cambio. En este había variado la posición de sus letras apenas unos píxeles arriba o abajo.
Puede parecer ese penúltimo cambio de imagen en su anagrama era trivial, pero para los que saben de tipografía no lo era tanto. Esa mínima modificación permitía que los detalles de las letras se viesen de manera más perfecta. Un cambio sutil pero acertado. El cambio de pantalla (tamaño y resolución) trae este tipo de cosas.
El caso de Instagram, es más complicado. La app, que apareció en 2010, era un producto para apple. Fue lanzada en la App Store en octubre y no apareció en Google Play hasta casi 2 años después. Durante las primeras 24 horas superó el millón de descargas.
Pero Instagram había dejado claro que era un producto para iPhone. No es una app para cualquier cámara (y menos aquellas cámaras) ni para cualquier rendimiento. Eso los acercaba a un público más exigente/talludito: el segmento al que se dirigía el iPhone en 2010; que no tiene nada que ver con el mercado en el que se mueve facebook (su actual propietario) en 2016.
Entonces sí estaba justificada esa imagen “polaroid”. Para aquellos nacidos en los 70-80 (Generación X); ahora cuarentones. Quien nos ha visto y quien nos ve… Pero ya no; y hay que ajustar la aplicación al target de los anunciantes. Y el primer paso para ajustar ese punto de mira suele ser la imagen.
Personalmente… ¿qué me parece el nuevo logo?
Pues, para ser sinceros, muy “icono”; y eso no tiene por qué ser malo. En el mundo digital tenemos que ser muy finos a la hora de distinguir las imágenes gráficas. Un logotipo es una representación gráfica que sustituye a la marca; entendiendo este concepto en toda su amplitud: branding. Un icono es una “señalización”… una especie de “para abrir la app tienes que pulsar aquí”.
En este sentido, pocas marcas de internet tienen “logotipo”. Eso sí, todas tienen icono. Aparte de que Instagram tiene una interfaz que poco más puede ofrecer. Apenas unos “iconos” para dejar claro: si quieres hacer esto, pulsa aquí o si quieres esto otro pulsa allí. Lo demás es lo que ve la cámara… con o sin filtros.
Esto lleva a otro planteamiento. Si quieres un logotipo es porque lo necesitas. No porque “haya que tenerlo”. Y lo necesitas si mejora la comunicación con tus clientes. El icono de la Polaroid dejaba muy claro a los usuarios de iPhone en 2010 que aquello era para sacar fotos, personalizarlas y compartirlas en tiempo récord. Posiblemente ninguno de ellos habrá tenido una Polaroid en su vida; pero sí se acordará de cómo sus padres la usaban y ellos esperaban a aparecer en la cartulina negra que se volvía blanca. Esa sensación es la que queda. Y con eso se juega.
Se juega, claro está, en las grandes ligas. Esa marca puede permitirse esos lujos porque es “exclusivamente” digital, por su enorme posicionamiento y el partner que tiene detrás.
Cuando sí que tienes más riesgo es en otros canales. Y pongo un ejemplo: cuando durante la reestructuración bancaria se obligó a los bancos a “tragarse” las entidades más pequeñas, el cambalache de logos, marcas, colores e inventos que pudimos ver hizo más mal que bien. Perfecto lo que hizo Abanca, por ejemplo, dándole a Summa la responsabilidad de guiar sus pasos para “volver a empezar”.
Pero no os imaginais cómo las pasó CaixaBank (por ejemplo) cuando sucursales rurales del monte navarro (por ejemplo) empezaron a “calzarse” sus rótulos… y es que un “cambio de imagen” tiene unos enormes riesgos; minimizados, eso sí, por el entorno casi exclusivamente digital que analizamos aquí. Pero… ¿os imaginais un cambio de imagen de McDonalds? ¿o de Zara? ¿a nivel mundial?
Cambiar un icono no es cambiar un logotipo. Aunque lo que se busque sea excatamente lo mismo: ser mejor reconocido por los tuyos.