A buen emprendedor…

Pero no nos quedarmos aquí. En este país ya hubo otros momentos de la historia en los que hubo que poner las ‘PYMEs’ sobre la mesa.

A finales de los 70 y principios de los 80, España luchaba por deshacerse de las ataduras del pasado y proyectar su futuro hacia los mercados más competitivos; entre ellos la Europa de los 10, que con nosotros y los portugueses pasaríana ser 12.

En aquel entonces, se veía a las Grandes Mutinacionales como la opción con más futuro. Como las grandes creadoras de empleo y riqueza.

Poco había para las PYMEs (sí es cierto… la RAE mantenía lo de ‘echao palante’ cuando ya existía lo de PYME); salvo una empresa pública ENISA que ayudaba a financiar la creación de empresas más pequeñas. Creada en 1982, tiene un curioso documento en Internet en el que recoge las ayudas concedidas desde 1995 hasta la actualidad.

En aquel entonces, las empresas nacían a cuentagotas, con créditos de un 20% de interés que sólo eran asumibles gracias a la inflacción del páis; que superaba ampliamente ese tope.

Exactamente igual que en el cambio de siglo en el que la ‘inlación’ del euro se mantuvo artificialmente por debajo de los intereses bancarios; lo que contribuyó a potenciar la creación de multitud de empresas.

A nuestro juicio, tampoco acierta la RAE con este nuevo significado de “emprender acciones o empresas innovadoras”; se han pasado de vueltas.

Es igual de “emprendedor” el que monta un bar. No es innovador: es que ahora hay un bar y antes no.

No se trata de estar innovando todo el rato. Para innovar hay que tener recursos y conocimientos. La mayoría de los emprendedores sólo tienen un buen par de ‘PYMEs’… y bien puestas.

Emprender sin recursos exige imaginación y creer en uno mismo. Hacerlo sin conocimientos exige saber rodearse de talento y de gente que te comprenda, que te ayude y te apoye.

¿Se puede innovar al poner un bar? efectivamente sí… pero ¿hace falta?

Lo que hace falta es saber copiar. Modelos sobran. Gente preparada también. Mucha más adaptación, con el público como objetivo y dejémonos de tanta innovación que al final sólo es una palabra ilegible en la tarjeta de visita.