Buscando “VISA” para un sueño
Durante el año 2014, los emprendedores “por necesidad” han logrado adelantar a los emprendedores “por vocación” y, además, tomar ventaja. Si en 2013 los proyectos que lanzaban a la piscina sin flotador no llegaban al 29%, durante el 2014 alcanzaron el 37%. De ahí se puede entender que casi un 40% de las personas que tienen intención de montar un negocio en 2016 están actualmente en paro, que los titulados universitarios que han montado un negocio hayan bajado del 31 al 23% mientras que los que cuentan sólo con la enseñanza obligatoria (o ni eso) han subido del 24,7 al 31,8% del total de nuevos emprendedores; que la media de edad del emprendedor ha subido hasta los 39 años y que hasta un 70% de las empresas creados no pueden considerarse innovadoras.
De todas esas empresas creadas (más de 4.000, por otro lado; aunque la tasa de emprendimiento también ha bajado del 3,7% del 2013 al 3%) la mayoría (52%) son empresas del sector servicios, de muy pequeño tamaño, sin empleados y sin apenas aportación tecnológica. Hasta el 8% de todas ellas no ha contado con más 10.000€ para empezar; y la inmensa mayoría no llega a los 20.000.
Estos datos son de Galicia. En el resto de España la cosa mejora un poco… pero por décimas.
Por nuestra parte no hay queja. Hemos participado en el desarrollo y la consolidación de proyectos como Futbol Indoor Coruña, ENGLISH4you y Asesoría Busturia Consulting en Getxo; y mantenemos la ilusión de participar en proyectos intersantísimos como Enreparto, CoNetCam, Planeta Coruña o nuestro partner en Suiza Vierte Dimension; o las visitas virtuales a través de fotografías inmersivas de 360º a sucursales de Bankia o agencias de Santa Lucía Seguros para OHMproyectos.
Pero quiero compartir con vosotros otra visión distinta que aporta Rafael Oliver en su blog Dirección Comercial y que tiene mucho sentido.
Todas las empresas tienen un montón de procesos que no “aportan” valor o que si lo hacen ese valor es mínimo. No me refiero a valor “intelectual” o valor añadido. Me refiero a valor que se pueda repercutir en el precio del producto. ¿Cuanta gente pagaría de más y cuánto por un mejor “diseño” (por ejemplo) de tu producto?
Evidentemente, ese diseño puede favorecer al equipo comercial, facilitar el “enamoramiento” del cliente o la venta compulsiva. Pero ahí ya nos estamos centrando en productos o servicios orientados a nicho y no es esa la intención en este post.
Todos esos procesos caen, como muy bien indica Rafael Oliver en su post, en el saco del “ahorro de costes”. Todo aquello en lo que no hay de donde sacar valor debería costar lo mínimo posible. Los caminos con los que uno se ahorra los costes son el “comprar lo más barato posible” o el “hágaselo usted mismo”. Pero hay tener claro lo que supone uno u otro.
Que “hay que estar en Internet” es algo que todo el mundo tiene muy claro. Que “hay que estar en Redes Sociales” es algo que se supone que también. Pero contratar a una persona en una empresa para gestionar todo eso de manera profesional (dedicada) tiene un coste que es difícil que se refleje en el balance de resultados a final de año. Muy pocas empresas (las que venden productos con mucho movimiento y de manera masiva) pueden, si quiera, amortizar el coste de un departamento propio de marketing… imagínate uno de marketing online. Por otro lado, hacerlo de cualquier manera, normalmente, no sirve para nada.
Pero es que si además vemos ese perfil de emprendedor de arriba (que es el de verdad, no el de las start-up de salir en la foto con el político de turno) los diseñadores estamos convirtiendo nuestro esfuerzo en una (otra) barrera de entrada para el emprendimiento. Los creativos tenemos que poder ofrecer soluciones a ese 50% de los emprendedores que arrancan con menos de 20.000€ de presupuesto, sin apenas conocimientos salvo cierta experiencia profesional y con una vocación un tanto forzada por un problema coyuntural. Y ofrecérselo porque es evidente que, en este como en otros muchos casos, el “hágaselo usted mismo” es el primer paso hacia ese “no sirve para nada”.
Aparte de que, como muy bien apunta Rafael, este ahorro, medidos todos los costes, es muy difícil que se de: siempre es mucho mejor, económicamente hablando, que cada uno se centre en lo que se debe centrar y el emprendedor debe centrarse, sobre todo, en el “core” del negocio y en las partes que domine del mismo.
“Para todo lo demás: externalizar”… pero claro: ¿qué pasa si no hay dinero para pagar por ese servicio externalizado?
En esencia, los que se lanzan a la piscina con un salvavidas que a veces no llega a los 10.000€ lo hacen porque creen (o no tienen más remedio que creer) que el “hágaselo usted mismo” sí funciona… gran error. Al final no es la crisis lo que hunde estos negocios; ni el Gobierno ni las tasas de la Seguridad Social.
Algo de esto hay en las entrevistas que ha venido concediendo Javier Mariscal en las que reconoce que su vida “en la nube” ha supuesto un palo para él y, considerándole yo el genio como le considero, también para los muchos y muy buenos proyectos que en su momento solicitaron su ayuda y recibieron un “vuelva usted mañana” como respuesta.
El diseño, la creación y la gestión correcta de una identidad para cualquier empresa o profesional, su implantación (gráfica o de cualquier otro tipo) correcta en cualquier soporte que se precise; es una condición para cualquier proyecto de negocio. Ofrecerlo a un coste que los emprendedores sean capaces de asumir debería ser una obligación para todos nosotros: los diseñadores.