Propuestas para Emprender
Cuando alguien se enfrenta al reto de crear una nueva empresa comprende que todo lo que es seguro es lo primero que se tambalea.
Realizando un proyecto de modelo de negocio, por cualquiera de los métodos actuales que existen, uno se ve en la ‘obligación’ de plantearse qué va a vender, a quien y cómo; también cómo va a fabricar ese producto o ejecutar ese servicio, con qué servicios va a tener que contar y en qué precio puede ofrecer.
Cuando todas estas relaciones están más o menos perfiladas, nosotros (los creativos) podemos empezar a trabajar. Tenemos un público objetivo al que se va a intentar llegar con una solución a una de sus muchas necesidades a cambio de un precio que puede ser alto o bajo.
También conocemos los canales a través de los que se va a poner en contacto la entidad con ese público: locales comerciales, oficinas, ferias, web, redes sociales, publicidad estática, buzoneos, patrocinios; o en prensa, radio, televisión; material comercial para equipos que trabajen por contactos, por entrevista o, incluso, a puerta fría. Sabemos si se van a utilizar todos ellos o una parte de ellos.
Con eso vamos a tener que matizar colores (si hay locales comerciales debemos utilizar colores realistas o será muy dificil encontrar materiales de construcción que los reflejen), tipografía corporativa (sobre todo a efectos de legibilidad), formas (los anagramas tienden a ser alargados y los isotipos más bien cuadrados o redondos; fundamental a la hora de verse facebook, por ejemplo: la portada y el logo).
A partir de ahí, los creativos comenzamos a trabajar en diferentes posibilidades; puliendo constantemente las anteriores para ir poco a poco alcanzando el objeto ‘deseado’. No se trata, por supuesto, de prediseñar absolutamente todo; sino, más bien, de dar un norte común que oriente las aplicaciones específicas que desarrollarán posteriormente equipos especializados (el mismo o distintos… nosotros u otros).
Nuestro trabajo creativo se explica de la siguiente manera… imaginemos una estrella.
En cada uno de los vértices de esa estrella colocaremos una aplicación práctica de la imagen corporativa que buscamos. ¿Cuántos vértices tiene esa estrella? Pues depende: diseño gráfico, diseño web, diseño audiovisual, diseño de interiores/comercial, diseño publicitario, diseño de comunicación…
Esos vértices representan el 100% de calidad en cada una de esas aplicaciones prácticas. El mejor equipo posible de diseño gráfico, el mejor equipo posible de diseño web, el mejor arquitecto del mundo…
Cada uno de esos equipos especializados abarca su propio campo y, a lo mejor, algo del campo adyacente. Nadie puede esperar que alguien sea muy bueno en todo.
Pero el emprendedor se enfrenta a una doble necesidad: Por un lado, la evidente de un soporte gráfico desde un primer momento. Por otro, la capacidad de reacción ante el hecho (muy probable) de que, cuando la bola eche a rodar, las previsiones de aquel ‘modelo’ vayan cambiando… o, eufemísticamente, ‘evolucionando’: el producto rentable es otro, el público objetivo cambió, el canal sobre el que esperábamos actuar no funciona tan bien como se creía y sin embargo este otro nos está reportando muchos más contactos.
Lo que para un emprendedor todoterreno no son más que curvas en la evolución de su modelo, para un creativo puede ser una gran dolor de cabeza… algo próximo a la migraña. Y, por supuesto, todo el esfuerzo invertido en calidad puede hacerse humo.
Por eso es tan válido el servicio integral en los primeros pasos de una empresa. Durante ese tiempo en que el modelo de negocio crece, se hace mayor, evoluciona y se ‘independiza’ (se desteta) del emprendedor. Aunque en esos primeros momentos los servicios ‘integrales’ no podamos aportar más que productos ‘mediocres’ (salvando las categorías, claro); lo más importante es que aporten un norte común que oriente las brújulas de todos los que van a participar posteriormente en el proyecto; con la versatilidad necesaria y la capacidad de evolución exigible para incluir los cambios ‘de polaridad’ que introduzca la propia evolución del modelo de negocio una vez se enfrente con la realidad del mercado.